El Gran Consuelo

El corazón de las personas se abría cada vez más. Nuestro Obispo quería saber qué sucedía allí, y envió algunos sacerdotes. ¡Eran tantos los que venían cada día! Yo tamben llamé al Obispo: ”Ven a informarte como responsable. Ven a ver para saber…”. Cuando llegó, habló con los videntes juntos y por separado, examinó todo.
Después de unas horas me dijo: “Yo estoy seguro. Tú también debes estar seguro, los niños dicen la verdad”.
Pero yo tenía miedo que los comunistas hubieran manipulado los niños, de que les hubiesen dado droga, o cualquier otra cosa para comprometer nuestra fe. Pensaba. ¿Cómo se puede en tan pocas horas estar seguro?
El Obispo me dijo: “ Vendré mañana a celebrar la misa y quiero predicar”. Sí, al día siguiente él predicó. Dijo al pueblo que la Señora estaba presente entre nosotros. Veinte días después, en la fiesta de Santiago Apóstol, vino por quinta vez y dijo: “Debemos vivir los mensajes de la Señora. Los videntes no dicen mentiras, dicen lo que ven”.
Sí. La gente recibió un gran consuelo, una grande gracia. Luego los comunistas se ensañaron un poco con él. Le advirtieron las autoridades de Mostar y de Sarajevo. Desde entonces no volvió a dar ningún testimonio: Pero los videntes permanecieron firmes. Permanecieron firmes los miles de peregrinos que pasaron ante el rostro de la Virgen. Nuestro Obispo los había confirmado. Había dicho: “Debemos creer y acoger en nuestra vida los mensajes que nos transmiten los videntes”. Hasta aquí las palabras del Padre Jozo.